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Trata de mujeres en la frontera colombo-venezolana

La Fundación Empodérame documenta casos de mujeres víctimas de redes de trata con fines de explotación sexual en Norte de Santander y denuncia el abandono institucional a las víctimas migrantes.



Desde 2017, la Fundación Empodérame ha registrado y acompañado casos de trata de personas con fines de explotación sexual en la región fronteriza entre Colombia y Venezuela, particularmente en los municipios de La Parada, Villa del Rosario y Cúcuta. La organización ha documentado patrones que evidencian una red sistemática de explotación contra mujeres, adolescentes y niñas migrantes, quienes enfrentan condiciones de vulnerabilidad extrema ante la ausencia de respuestas estatales.


“Nosotras no estamos hablando de casos aislados. Esta es una estructura criminal sostenida por la impunidad, por la demanda sexual y por la falta de acción del Estado. Lo que ocurre en la frontera es una emergencia humanitaria y feminista”, afirma Claudia Yurley Quintero Rolón, directora de Empodérame.


Explotación en contextos normalizados


La trata en la frontera no se presenta siempre de forma violenta o evidente. Muchas veces se camufla en escenarios aparentemente legales como el "modelaje webcam", el comercio sexual en zonas turísticas, o incluso la mendicidad forzada con niñas.


“A mí me dijeron que iba a trabajar en una cafetería, pero terminé encerrada en un cuarto frente a una cámara, haciendo cosas que no entendía. Me amenazaron con quitarme a mi hija si no cumplía con las metas”, cuenta "Tatiana", una joven migrante de 21 años.


Las formas de captación se han digitalizado. Redes sociales, grupos de WhatsApp, mensajes privados en Instagram o TikTok funcionan como herramientas para enganchar a mujeres y niñas, especialmente aquellas sin redes de apoyo ni documentación migratoria.


Tráfico de cuerpos, fronteras sin vigilancia efectiva


El cruce de mujeres de un lado al otro de la frontera para su explotación es cotidiano. Se trasladan por pasos ilegales o trochas, pero también por carreteras vigiladas por las autoridades. “No hay controles reales. Las víctimas son trasladadas con total impunidad. Nadie pregunta, nadie verifica. No hay capacitación ni voluntad para detectar indicadores de trata”, denuncia María Fernanda, lideresa sobreviviente en La Parada.

Desde Empodérame se insiste en que los retenes deberían actuar con perspectiva de derechos humanos. "No estamos pidiendo más vigilancia punitiva, sino más capacidad de protección. Que sepan identificar cuando una mujer está siendo desplazada para ser explotada", explica Claudia Quintero.


Falta de regularización y refugio: el primer eslabón de la explotación


La falta de estatus migratorio es la puerta de entrada a la trata. Sin PPT o sin visa, muchas mujeres se ven forzadas a aceptar cualquier forma de "trabajo" para sobrevivir. Las opciones reales de protección estatal son nulas.


“Llevo tres años aquí. Salí huyendo de Venezuela con mis hijas. Cuando fui a pedir ayuda me dijeron que no podían hacer nada porque no tenía documentos. Esa noche dormimos en la calle. Ahí me contactó un señor que me ofreció 'una solución'”, relata "Carolina", una mujer sobreviviente hoy acogida por Empodérame.


El Ministerio del Interior, ante derecho de petición radicado por la Fundación, reconoció en 2024 que no existen refugios especializados ni programas de vivienda a largo plazo para víctimas de trata.


Demandantes impunes, justicia ciega


La Fundación también ha identificado que la demanda sexual masculina en la zona es constante y naturalizada. Policías, empresarios, transportadores y hombres locales frecuentan zonas de explotación sin consecuencias legales. “El cliente sigue siendo intocable. Se criminaliza a la mujer, pero no al que paga por acceder a ella”, denuncia la lideresa "Gisela".

Empodérame aboga por la adopción del modelo nórdico, que sanciona la demanda y no a las personas prostituidas. “Sin compradores, no hay trata. Sin demanda, no hay explotación. Necesitamos una justicia que mire a los verdaderos responsables”, afirma Claudia Quintero.


Propuestas desde el territorio


Ante este panorama, la Fundación Empodérame plantea:

  • Creación de refugios especializados en zonas de frontera.

  • Programas de autonomía económica, documentación y acompañamiento psicosocial.

  • Sanciones efectivas a proxenetas y compradores.

  • Formación especializada en trata para fiscales, policías y funcionarios migratorios.

  • Participación de sobrevivientes en la formulación de políticas.


“El cuerpo de las mujeres no es territorio de conquista. No es mercancía de guerra ni botín de crisis. Es hora de que el Estado actúe con la dignidad y la urgencia que merecemos”, concluye Claudia Quintero.

 
 
 

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