Nuestra vocación es tender puentes donde otros solo ven muros.
- Prensa Empoderame
- 2 sept
- 3 Min. de lectura

A veces la resistencia no está en las grandes movilizaciones ni en los titulares de prensa, sino en la voz suave de una mujer que dice: “te escucho, no estás sola”. Es en esa ternura política donde se siembran los cambios más profundos.
Martes de encuentro
Cada martes en la tarde, cuando muchas personas están agotadas del día, dos jóvenes trabajadoras sociales de Popayán abren la sala virtual de Empodérame. No hay requisitos, ni trámites, ni formularios: solo se necesita un enlace de conexión y el deseo de compartir un rato entre mujeres. Allí se habla de tristeza, de ansiedad, de violencia y de sueños aplazados. Pero también se habla de fuerza, de resiliencia y de ganas de seguir.
En ese espacio, mujeres migrantes, desplazadas, retornadas y sobrevivientes de prostitución encuentran un respiro. Lo que empieza como un taller grupal se convierte en un círculo de confianza donde la palabra circula libremente, sin miedo al juicio ni a la revictimización.
Quiénes son las voluntarias
Lina Fernanda Hurtado, de 26 años, viene de Silvia – Cauca. Es una mujer que ha aprendido que la escucha es un puente entre mundos distintos: el rural y el urbano, el académico y el comunitario. Su compromiso con las mujeres en situación de vulnerabilidad no nace solo de su formación profesional, sino de la certeza de que nadie debería enfrentar el dolor en soledad.
Valeria Ramos Muñoz, de 30 años, nació en El Bordo – Cauca. Desde joven entendió que las injusticias no se transforman solo con leyes, sino con vínculos humanos. Para ella, cada sesión es una oportunidad de fortalecer la confianza y de acompañar a mujeres que muchas veces han sido señaladas, excluidas o invisibilizadas.
Ambas son voluntarias, lo cual significa que su tiempo, su preparación y su afecto no se traducen en un salario, sino en un compromiso ético con otras mujeres. En un país donde todo parece medirse en cifras, su labor nos recuerda que hay cosas que no tienen precio: el cuidado, la empatía y la solidaridad.
El voluntariado en Empodérame no es caridad ni asistencialismo: es una apuesta política por el cuidado colectivo. Estas jóvenes trabajadoras sociales saben que el acompañamiento psicosocial no puede reducirse a diagnósticos, protocolos o estadísticas. Saben que escuchar un relato de violencia requiere sostener el dolor, contener el llanto y devolver esperanza.
Por eso, cada martes se convierte en un ritual. Hay mujeres que repiten semana tras semana porque encuentran allí algo que no da ninguna institución: un lugar seguro. Un espacio donde no hay que explicar lo obvio, donde no se pone en duda la palabra de las sobrevivientes y donde se reconoce que la violencia contra las mujeres es una herida estructural, no un problema individual.
Lo que las mujeres encuentran
Pero también hay risas. Las voluntarias saben que la vida no es solo trauma y duelo. Entre una dinámica y otra, surgen anécdotas divertidas, consejos para la vida diaria, recetas de cocina o recomendaciones de música. Esos pequeños momentos son tan terapéuticos como cualquier técnica formal.
Más que un taller, una comunidad
Lo que Lina y Valeria sostienen no es solo un espacio virtual, es una comunidad. Cada mujer que asiste deja su huella y se lleva un pedacito de fuerza colectiva. Muchas regresan no solo para recibir, sino también para dar: para escuchar a otras, para compartir estrategias de cuidado, para acompañar en la distancia.
Ese círculo virtual se convierte en una metáfora poderosa: aunque la pantalla parece un muro, en realidad es un puente que conecta a mujeres de diferentes territorios, historias y edades.
El voluntariado de Lina y Valeria muestra que los cambios sociales empiezan con gestos sencillos pero radicales: dedicar tiempo, sostener la palabra, tejer comunidad. En un contexto donde las mujeres siguen siendo las más afectadas por la violencia, la pobreza y la discriminación, estos espacios son semillas de futuro.
Empodérame reconoce y celebra a estas voluntarias que, con su compromiso, demuestran que el feminismo no es solo discurso, sino práctica cotidiana. Ellas nos recuerdan que el cuidado mutuo también es una forma de justicia y que acompañarnos unas a otras es, en sí mismo, un acto de transformación.
Conoce Refugio de Mujeres y asiste a sus sesiones permanentes todos los martes.

Te invitamos a participar de manera gratuita a -Refugio de Mujeres- este Próximo Martes 09 de Septiembre a través de Google Meet Inscríbete aquí







Comentarios