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Medellín contra la Trata de Personas: Una Lucha que Requiere Todos los Actores

Actualizado: 22 ago


Internacionalmente, Medellín ha sido una ciudad estigmatizada por la narcocultura, que la ha catalogado como destino turístico para vivir una fantasía de drogas, mujeres y excesos. Una narrativa impulsada por series como Narcos y perpetuada por la industria del entretenimiento, pero que ignora la problemática social y humana que persiste cuando los turistas se van.


La cruda realidad de la explotación


Según la Fiscalía General de la Nación (2023), Colombia registró 1.342 casos de trata de personas entre 2020 y 2023, con Medellín como uno de los epicentros. Sin embargo, la cifra oculta un grave subregistro además que solo alrededor del 10% de los casos se denuncian, debido al miedo, la desconfianza en las autoridades y las redes criminales bien estructuradas.

La explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes (ESCNNA) es especialmente preocupante: estudios de la Fundación Renacer revelan que el 72% de las víctimas son reclutadas mediante ofertas falsas de trabajo, y el 30% son manipuladas a través de redes sociales.


La Fundación Empodérame ha identificado patrones alarmantes:


• 65% de las víctimas son menores de 18 años.

• 80% provienen de hogares en pobreza extrema o desplazamiento forzado.

• 40% de los explotadores son turistas extranjeros (EE.UU., Europa, Israel).


Gentrificación: Un catalizador de la desigualdad

El auge turístico ha exacerbado la crisis. Según Proantioquia (2023), barrios como El Poblado y Laureles han visto aumentos del 120% en alquileres, desplazando a comunidades locales hacia zonas periféricas con mayor vulnerabilidad. Plataformas como Airbnb han convertido el 15% de las viviendas en alojamientos turísticos, según la Secretaría de Vivienda de Medellín, reduciendo el acceso a hogares asequibles. Esta dinámica alimenta círculos viciosos: familias desarraigadas son presa fácil para redes de trata.


El sector privado como agente de cambio


Ante la insuficiencia estatal, empresas y fundaciones están tomando la iniciativa. Un ejemplo destacado es Reversible, un proyecto inmobiliario regenerativo que combate la trata de personas desde la raíz, integrando sostenibilidad ambiental y justicia social.

En su modelo incluyen estos pilares:

  • Regeneración urbana con impacto social: Diseña espacios turísticos (hoteles, hostales y coworkings) con certificaciones ambientales (ej.: energía solar, gestión circular de residuos).

  • Prioriza la rehabilitación de edificios abandonados en zonas como el centro de Medellín, evitando desplazamientos y gentrificación.

Este modelo demuestra que el turismo puede ser sostenible y ético, lejos de los estereotipos de excesos y transciende de la construcción arquitectónica a la social. Medellín tiene mucho más que ofrecer, pues la ciudad no se reduce a su pasado oscuro porque es una ciudad de innovación social y apuestas como Reversible buscan es reorientar la imagen de la ciudad



La gastronomía como tejido social


A esta lucha también se suma el sector gastronómico. El Chef Pedro Fernández, propietario y fundador de All Day Café y The Chef is Back, ha asumido una responsabilidad social que trasciende la cocina. Inspirado por los valores de ayuda y servicio que aprendió en su familia, hoy proyecta sus restaurantes como espacios que aportan a la construcción de una Medellín más justa y consciente. Sus conceptos gastronómicos se basan en modelos de producción responsables y colaborativos, comprando directamente a campesinos locales para garantizar calidad, dignificar el trabajo en el campo y fortalecer la cadena productiva. Con esta visión, Fernández apuesta también por la innovación, un sello característico de Medellín y de su gente, que se ha destacado por su capacidad trabajadora y resiliente. Así, la gastronomía se convierte en una herramienta de resistencia frente a la trata de personas y en una apuesta por una ciudad que se reconoce en su gente, sus valores y su talento.


El compromiso empresarial como motor de transformación


Iniciativas privadas como las de Reversible en el sector inmobiliario y las del Chef Pedro Fernández en la gastronomía son fundamentales para el cambio estructural que Medellín necesita. Estos sectores, por su cercanía con el turismo y la vida urbana, tienen una responsabilidad mayor no solo en generar prácticas sostenibles y éticas, sino también en alertar y denunciar ante las autoridades cuando identifican dinámicas que puedan estar ligadas a la explotación o la trata de personas. Su papel es decisivo porque marcan estándares de comportamiento, inspiran a otros actores y demuestran que el desarrollo económico de la ciudad puede y debe ir de la mano con la protección de la dignidad humana.



El compromiso de Fundación Empodérame


Desde la Fundación trabajamos en la lucha contra la trata de personas en Colombia con un modelo de atención integral que combina lo psicosocial, lo jurídico y lo asistencial. Nuestro compromiso es que niñas, niños, jóvenes y mujeres —principales víctimas de la trata y la explotación sexual— no caigan en estas dinámicas que afectan gravemente sus vidas. En Medellín, hemos fortalecido este enfoque con iniciativas locales como la caracterización realizada en 2024 en alianza con MetroSalud, para identificar riesgos, población y diseñar rutas de prevención más efectivas. Sabemos que estas redes criminales operan en los sectores más vulnerables, donde las personas son más propensas a ceder ante engaños y coerciones, y por eso nuestra labor está en brindar acompañamiento, protección y oportunidades reales.


La trata y la ESCNNA exigen acción colectiva: empresas, sociedad civil y autoridades deben unirse para combatirla y movilizar un mejor futuro para Medellín abrazando su potencial real: una ciudad resiliente, cultural y humana, que brille por su potencial.


 
 
 

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