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Historias que duelen: cuando las rutas de protección no alcanzan

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En nuestro trabajo cotidiano existen historias que no se convierten en testimonios de superación, sino en relatos de dolor que nos retan a seguir insistiendo en la lucha contra la trata de personas y sus consecuencias. 


Una adolescente, a quien por razones de confidencialidad llamaremos Laura, ingresó a nuestros programas en Cúcuta recibiendo apoyos en educación, salud mental y regularización migratoria. Durante el proceso se evidenció un estado emocional frágil, con secuelas de la explotación sexual, consumo de sustancias inducido y un entorno familiar con dificultades de cuidado y protección.


Tras sobrevivir a la trata en otro país, Laura quien es venezolana encontró en la hipersexualización a sus 16 años una falsa respuesta a las carencias materiales y emocionales que viven muchas niñas migrantes en Colombia. Esa forma de “resolución” inmediata frente a la pobreza y la falta de acompañamiento protector refleja cómo la explotación sexual reconfigura los proyectos de vida de las adolescentes, normalizando la autolesión de sus cuerpos como estrategia de supervivencia.


A pesar de los esfuerzos realizados como cubrir su matrícula escolar, brindar transporte y alimentación, acompañamiento psicológico y remisión a una casa refugio en otra ciudad, la joven se resistió a la continuidad en el proceso. Eligió abandonar las rutas de apoyo y permanecer en contextos de calle, marcados por la explotación, la inestabilidad y el riesgo. También desertó de un programa comunitario que le ofrecía educación, acceso a salud y apoyo económico, mostrando la profundidad del daño emocional y social que deja la explotación.


Este caso, como muchos otros, muestra la crudeza de la trata: no siempre basta con ofrecer servicios si las condiciones estructurales de pobreza, desarraigo, consumo y violencia siguen presentes. Nuestra metodología feminista y psicosocial nos recuerda que acompañar no busca imponer, y que respetar la autonomía de las adolescentes, incluso en decisiones que nos preocupan, es parte de garantizar sus derechos.


Al visibilizar estas historias, lo hacemos sin revictimizar, desde la ética del cuidado y el compromiso con la verdad. Mostrar que también hay procesos que no culminan en historias de éxito es necesario para comprender la magnitud del problema y exigir al Estado una respuesta más sólida, integral y sostenida frente a la trata de personas.


 
 
 

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