Colombia: epicentro de la trata de venezolanas
- Prensa Empoderame
- 24 sept
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El más reciente informe de Transparencia Internacional Venezuela, reseñado por el Miami Herald[1], alerta sobre un fenómeno devastador: la trata de personas se ha convertido en uno de los negocios criminales más lucrativos de la región, con ganancias de 2.600 millones de dólares en 2024. Y aunque el epicentro de la crisis es Venezuela, Colombia concentra el mayor número de víctimas explotadas: alrededor de 1,4 millones de personas.
Esto no es casualidad. Colombia, como frontera inmediata, recibe el mayor flujo de migrantes venezolanos que huyen de la pobreza y la represión. Cúcuta y Villa del Rosario se han convertido en territorios donde las redes de proxenetismo y trata captan a mujeres y adolescentes con promesas de empleo o vivienda. Muchas terminan reclutadas en bares, prostíbulos o sometidas a explotación laboral doméstica. Otras son entregadas a redes criminales que las trasladan hacia Bogotá, Medellín o incluso hacia Centroamérica.
Grupos armados y crimen organizado
Detrás de este negocio están estructuras criminales con larga trayectoria en la región. El Tren de Aragua, originado en las cárceles de Venezuela, se ha expandido como una megabanda que controla extorsión, narcotráfico y prostitución en varios países. Las disidencias de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), que no se acogieron al acuerdo de paz de 2016, mantienen redes vinculadas a la minería ilegal, al narcotráfico y a la trata de personas. Y el ELN (Ejército de Liberación Nacional), guerrilla nacida en Colombia en los años sesenta, ejerce dominio en zonas de frontera colombo-venezolana, lucrándose con la explotación sexual y el trabajo forzoso.
Voces que acompañamos
En la Fundación Empodérame hemos recibido a mujeres venezolanas en Cúcuta, Villa del Rosario, Cali, Bogotá y Cartagena, que escaparon de la trata tras meses de encierro y abuso. Algunas fueron rescatadas en operativos policiales, otras lograron huir por sus propios medios. Las historias se repiten: niñas de 15 y 16 años obligadas a atender a decenas de hombres al día, mujeres endeudadas con redes que les cobran hasta el aire, migrantes explotadas en labores domésticas bajo condiciones inhumanas.
Las hemos acompañado con atención psicológica para sanar el trauma, acompañamiento jurídico y regularización migratoria para que no fueran deportadas y silenciadas, y representación legal en procesos penales contra proxenetas y tratantes. También hemos generado espacios de formación y empleabilidad, que permiten reconstruir proyectos de vida con autonomía y dignidad.
Nuestra incidencia jurídica ha permitido abrir procesos penales en contra de tratantes, visibilizar la situación de mujeres venezolanas en tribunales y elevar denuncias a instancias internacionales. Hemos aportado informes periciales psicosociales que demuestran el impacto de la explotación y han servido de sustento en litigios penales y administrativos. Además, insistimos en la reforma legislativa para que el Estado colombiano reconozca que la prostitución es un tipo violencia, y que las mujeres migrantes deben ser protegidas, no criminalizadas.
Reconocer para Seguir
Hemos fortalecido el modelo de atención “Reconocer para Seguir”, implementado con apoyo del Fondo Opportunity Now. Gracias al protocolo, se ofrecieron 200 sesiones de emergencia a 100 mujeres sobrevivientes, acompañándolas en su estabilización emocional y protección.
El protocolo parte de una idea fundamental: primero reconocer el dolor y la vulnerabilidad para luego activar el camino de protección y dignidad. En la práctica, significó escuchar, contener, evitar la revictimización y garantizar que cada mujer no quedara sola frente a la violencia. Desde la atención inmediata hasta la elaboración de informes de impacto, Reconocer para Seguir se ha convertido en una herramienta replicable y sostenible para responder en contextos de crisis.
Un negocio que devora vidas
El informe recuerda que cada víctima de explotación sexual genera en promedio 27.000 dólares al año para los tratantes. La trata ya compite con economías ilícitas como el narcotráfico y la minería ilegal. En el camino hacia Estados Unidos, 1 de cada 3 mujeres venezolanas migrantes ha sufrido abuso sexual. En Colombia y Perú, la explotación laboral es más común, aunque la violencia sexual también se presenta con fuerza.
Nuestra voz
Soñamos y luchamos por una cooperación internacional que pase de las declaraciones a los hechos, que persiga y castigue a quienes trafican con vidas, y que, sobre todo, sea capaz de garantizar justicia y reparación a las sobrevivientes de este horror. También reclamamos, con la fuerza de cada historia que acompañamos, que el Estado colombiano asuma su responsabilidad y fortalezca los mecanismos de protección, abriendo puertas reales para que las migrantes accedan a sus derechos y recuperen su dignidad. El estado colombiano y el gobierno deben regularizar a las mujeres venezolanas en su territorio, así evitar que sean víctimas de violencias y discriminación.
Excelente informe.