Nelson Mandela y el proceso de paz en Sudáfrica
- Prensa Empoderame
- hace 20 horas
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En alianza con Humanizar T.V., plataforma pedagógica de Derechos Humanos, participamos en una sesión formativa sobre la vida y el legado de Nelson Mandela, líder sudafricano símbolo de la paz y la reconciliación.
El encuentro reunió a más de 300 personas, con quienes reflexionamos sobre el legado de Mandela: un hombre que, desde su juventud, resistió al régimen del apartheid, sistema impuesto formalmente en 1948 en Sudáfrica, su país natal, pero cuyas raíces se remontaban a la colonización holandesa y británica.
Este sistema buscaba garantizar el dominio político, económico y social de la minoría blanca (que no superaba el 20% de la población) mediante leyes inhumanas de segregación, desplazamiento forzado y explotación contra la población negra, mestiza e india. Entre las normativas más crueles destacaba la prohibición de relaciones interraciales, una medida diseñada para preservar la supremacía blanca y evitar cualquier forma de integración.
El apartheid fue uno de los regímenes de opresión racial más brutales del siglo XX, que redujo a los pueblos originarios de Sudáfrica a ciudadanos de segunda clase en su propia tierra. Gracias a la resistencia liderada por figuras como Mandela y a la presión internacional, el sistema cayó en 1994, poco antes de cumplir cinco décadas de existencia. Sin embargo, sus secuelas —desigualdad, racismo estructural y trauma social— aún persisten en Sudáfrica y el mundo.
Esta historia sirvió como punto de reflexión en la sesión junto a firmantes de paz de Colombia, con quienes exploramos los paralelos entre los procesos de Sudáfrica y nuestro país. Su participación y testimonios fueron claves para entender los desafíos del posacuerdo, pues, a pesar de la firma del Acuerdo de Paz en 2016, más de 400 firmantes de paz han sido asesinados.
La historia de Nelson Mandela nos inspira a creer en la esperanza de un futuro reconciliado, pero también nos confronta con una realidad cruda: la paz no se consolida solo con acuerdos, sino con la transformación profunda de las estructuras que perpetúan la violencia.
Hoy, en países como Colombia, persisten grupos armados ilegales que siembran terror en los territorios, amenazan a líderes sociales y se resisten a ser parte de una solución pacífica. Esto evidencia que, aunque caigan los regímenes opresores como en Sudáfrica o se firmen tratados de paz como en Colombia, el camino hacia la convivencia es largo y lleno de obstáculos.
Mandela entendió que la verdadera libertad no era solo derrotar al apartheid, sino desarmar el odio y construir una nación donde nadie volviera a ser excluido. Sin embargo, en nuestro contexto, mientras sigan existiendo actores que prefieren las armas al diálogo, la sombra de la guerra persistirá.
La pregunta que nos deja su legado es clara:¿Cómo pasar de la esperanza a la acción cuando la violencia sigue intacta? La respuesta está en no rendirse: en seguir exigiendo justicia, protegiendo a los defensores de la paz y, sobre todo, no normalizando la barbarie.
Como decía Mandela: "Siempre parece imposible, hasta que se hace".
La paz no es un momento, es un proceso. Y aunque la realidad hoy duela, la lucha por un país justo no puede detenerse.
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