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María Elena se gradúa como técnica en veterinaria

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El 12 de julio fue un día muy especial, María Elena, una de las mujeres sobrevivientes más queridas por la Fundación Empodérame, celebró su graduación como auxiliar de veterinaria. Su toga azul, su diploma en las manos, su cabeza descubierta y su sonrisa firme, fueron la prueba viva de que ninguna herida puede opacar el brillo de una mujer que decide volver a empezar.


María Elena no llegó sola. Aunque físicamente no estaba su directora ni su equipo de apoyo, ella encontró una forma amorosa de traerlas consigo: pegó en su libro de diploma una fotografía de Claudia Quintero, directora de la Fundación, como un acto simbólico de presencia y gratitud. “Como no pudo estar mi directora, entonces la puse aquí para que me acompañara”, dijo mientras mostraba el título con el rostro lleno de orgullo.


Ese gesto, sencillo y profundo, resume lo que representa el acompañamiento psicosocial que ofrece Empodérame: estar cerca, incluso en la distancia; ser memoria, sostén, y símbolo de que otra vida es posible, incluso después del dolor.


María Elena ha atravesado violencias extremas, desplazamientos forzados, y más recientemente, un proceso de salud que la llevó a perder su cabello. Y aun así, o precisamente por eso, se graduó con el alma erguida, sin esconderse, con la fuerza de quien ha aprendido a abrazar su historia y su cuerpo como territorios de lucha.


Su decisión de formarse como auxiliar de veterinaria refleja también su amor por los animales, por el cuidado, por lo vivo. Durante 2 años asistió a clases, participó en círculos de cuidado emocional, y construyó con otras mujeres un camino de sanación que hoy se celebra como un acto de justicia y ternura.


Para la Fundación Empodérame, este momento es mucho más que un logro académico. Es la afirmación de que la reparación se construye paso a paso, con escucha, afecto, y oportunidades reales. Es también una forma de recordarle al país que detrás de cada mujer sobreviviente hay una historia que merece ser contada en voz alta y con respeto.


“No fui sola. Fui con todas las que me ayudaron a volver a creer”, dijo María Elena.


Y esa frase, como su foto, ya hace parte de nuestra memoria colectiva.



 
 
 

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