Lev Tahor la secta religiosa denunciada alrededor del mundo por trata y abuso de menores de edad, que fue interceptada en Antioquia
- Prensa Empoderame
- 28 nov
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El reciente caso del rescate de menores de edad a manos de la secta judía ultraortodoxa Lev Tahor por parte de las autoridades migratorias de Colombia, abre la conversación debido a múltiples interrogantes que preocupan, uno de ellos, el cruce de fronteras de estos 10 adultos con 17 niñas y niños menores de edad de diferentes nacionalidades de los cuales 5 eran buscados por la interpol debido a su calidad de reportados como personas desaparecidas.
La Fundación Empodérame, organización que trabaja por prevenir y atender a las víctimas de trata de personas, se une al llamado colectivo del cuidado y la protección de la infancia. Las niñas, niños y adolescentes están siendo blanco de organizaciones, no sólo religiosas como en este caso, también de tipo criminal que se dedican a explotar la infancia con diferentes fines.
El caso en el municipio de Yarumal, es también un recordatorio urgente a nuestro grave contexto colombiano donde la infancia está siendo captada y reclutada por grupos armados organizados y las niñas por redes de explotación sexual, que a su vez participan de otros actos ilegales como porte, uso y transporte de armas o venta de estupefacientes, por citar solo algunos ejemplos.
Además, el caso en particular tiene en su historial ejercer una de las violencias machistas que más ha afectado a las mujeres como es el matrimonio infantil y los embarazos forzados con el fin de mantener viva una comunidad o perpetuar un legado, lo que es trata de personas mediante la manipulación, que como en otros casos también hemos denunciado, se utilizan prácticas espirituales o religiosas con el fin de justificar la servidumbre mediante la supuesta devoción que en realidad es la violación a sus derechos humanos.
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Es la trata de personas en su máxima expresión, un delito que le acaba la vida a sus víctimas, que sucede las 24 horas del día alrededor del mundo entero, pero nadie parece verla y en el caso de las instituciones y las autoridades; entenderla y combatirla. Por la misma razón es un acto de reivindicación esta captura por parte de las autoridades y una esperanza en la denuncia efectiva de la comunidad.
Nos preguntamos, cómo la comunidad de un pequeño municipio de Colombia, estuvo en la capacidad de reconocer de manera efectiva las acciones de esta secta, mucho más que las mismas autoridades, lo cual no quiere decir que no lo valoramos, porque finalmente fue lo único que hizo posible la identificación de la secta y su historial que ya se expande alrededor del mundo. Pero si cuestionamos la efectividad frente a las instituciones involucradas en este tipo de control.
Son preocupantes también dos hechos que desata este caso. El primero es la impunidad en que puede desenlazar, puesto que como aseguran las autoridades, los implicados no tienen delitos por lo que responder en Colombia. Y el segundo es que la inexistencia e inoperancia de protocolos específicos para estos casos, ha provocado que las instituciones no sepan claramente en cómo proceder con los niños y niñas que fueron rescatadas.
Esa es nuestra responsabilidad, evitar que estos ciclos de crueldad continúen funcionando con tal eficacia y que las niñas y niños puedan vivir libre de violencia. Para lograrlo, insistimos en la capacitación a funcionarios y organismos de control, así como en la difusión de campañas informativas sobre la trata con este enfoque puesto en la infancia.
Como sociedad venimos destruyendo a los niños y niñas alrededor del mundo, dejándolas solas en rincones oscuros y violentos, sin la posibilidad de un retorno digno. Una condena para la vida de millones de personas en el futuro, que ya no está puesta para la esperanza de vivir, sino para seguir destruyendo otras vidas, cumpliendo el ciclo de la crueldad donde nadie sale a salvo.






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