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Encontremos a Megan


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Soy psicóloga y defensora de derechos humanos, y acompaño a la madre de Megan Jireh Bergaño Caicedo, una joven colombiana cuya desaparición refleja un doloroso caso de trata de personas con fines de matrimonio servil. Como profesional, me dirijo a la comunidad para visibilizar esta situación, exigir acción inmediata y proteger los derechos de Megan.


El inicio de esta pesadilla fue en 2023. Megan, una joven en situación de explotación en la modalidad de pornografía digital “modelaje webcam”, conoció virtualmente a un usuario de esa industria, Jonathan Ángel Justo, quien se presentó como un cubano residente en Miami -EE.UU. Según la madre de Megan, este hombre se mostraba como una figura “espiritual” que cautivó a su hija con promesas de conexión profunda. El 8 de julio de 2023, Megan viajó a Cartagena para conocerlo en el hotel Holiday Inn, a pesar de las advertencias de su madre.


Tras este encuentro, la madre notó un cambio drástico y preocupante en Megan: se volvió distante, mostraba irritabilidad constante, y comenzó un proceso paulatino pero evidente de alejamiento afectivo y físico de su núcleo familiar. Dejó de compartir detalles sobre su vida cotidiana, mostraba desconfianza hacia su madre y se negaba a dialogar sobre sus decisiones y les acusaba de cosas duras, tales como afirmar que había sido abusada por su familia en la infancia. La madre niega esto.


Como psicóloga, identifico estos comportamientos como indicadores típicos de un proceso de manipulación emocional o adoctrinamiento coercitivo, herramientas psicológicas utilizadas por agresores para ejercer control sobre sus víctimas. Este tipo de dinámica busca erosionar los vínculos afectivos previos, especialmente con figuras protectoras como la madre, y crear una dependencia emocional exclusiva con el agresor. El aislamiento progresivo es una táctica común en contextos de trata de personas y violencia contra la mujer, ya que reduce las redes de apoyo y fortalece la vulnerabilidad de la víctima frente a la explotación.


Un episodio muy cruel, ocurrió el 16 de agosto de 2023, Megan viajó a Barranquilla para reunirse nuevamente con Jonathan. El 24 de agosto, el personal del hostal Casa Nico contactó a su madre, para informarle que Megan había sido abandonada en sus instalaciones en un estado grave. Según el reporte, tres hombres, uno de ellos extranjero, la habían dejado en el hostal, y presentaba signos evidentes de intoxicación con escopolamina o sustancias psicoactivas. Su estado físico era deplorable y su condición mental, confusa. Se desconocen hasta el día de hoy los abusos a los que fue sometida durante ese episodio, pero las circunstancias —drogada, dejada sola e incomunicada— son consistentes con patrones de violencia sexual, coerción o sometimiento característicos en contextos de trata de personas.

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Fue gracias a la intervención oportuna del personal del hostal, quienes actuaron con humanidad y responsabilidad al contactar a la madre, que Megan no perdió la vida. La familia tuvo que movilizarse rápidamente para rescatarla, cubrir los gastos de su regreso y atenderla emocionalmente. Este hecho marca un punto de inflexión en la historia, pues revela la magnitud del riesgo que enfrentaba y el grado de desprotección en el que se encontraba.


Según el testimonio de Megan posterior al rescate, Jonathan la había llevado a una finca donde realizó un "ritual" con música extraña, durante el cual la indujo a un estado de trance. En ese estado, él le inculcó la idea de que su familia la había abusado y que su madre lo permitió, acusaciones completamente falsas. Este tipo de manipulación, que utiliza lenguajes simbólicos y espirituales para reescribir la historia personal de la víctima, constituye una forma severa de abuso psicológico, orientado a romper los vínculos afectivos y crear una dependencia exclusiva hacia el captador.


Jonathan también afirmó, en múltiples ocasiones, que la familia de Megan planeaba secuestrarlo, generando una narrativa de persecución que sirvió para justificar el aislamiento progresivo de Megan. Alegó incluso que debía protegerse mediante el uso de escoltas armados, lo que contribuyó a intensificar el miedo y la confusión en la joven. De esta manera, distorsionó la percepción que Megan tenía de su propia familia, mostrándolos como una amenaza directa para su bienestar.


Esta táctica de reconfiguración cognitiva afectiva —en la que los vínculos afectivos se interpretan como peligrosos o traicioneros— es característica en procesos de adoctrinamiento psicológico y coerción afectiva. Cabe resaltar que antes de conocer a Jonathan, Megan mantenía una relación cercana, amorosa y de confianza con su madre. Sin embargo, mediante una narrativa reiterada de sospecha, culpa y victimización, Jonathan logró que Megan comenzara a desconfiar de su entorno familiar, especialmente de su madre, quien fue retratada como una figura negligente o incluso abusiva, lo cual es completamente falso. Estas afirmaciones fueron utilizadas como una herramienta psicológica para desligarla emocionalmente de su entorno protector y reforzar la imagen de Jonathan como su único aliado, guía espiritual y "protector" absoluto.


A partir de este punto, Megan comenzó a idealizarlo como una figura espiritual y salvadora, atribuyéndole cualidades sobrenaturales que justificaban su sometimiento. Además de manipular su espiritualidad, Jonathan reforzó esta dependencia con promesas materiales y económicas. Le aseguró que le enviaría dinero con regularidad, que le garantizaría una vida cómoda en el exterior y, en especial, le prometió comprarle un vehículo Audi, apelando al deseo legítimo de Megan por alcanzar estabilidad y autonomía económica.


Jonathan aprovechó esa percepción y confianza para ejercer control total sobre su comunicación: le quitó el celular y lo llevó consigo a Estados Unidos, impidiéndole cualquier forma de contacto libre y autónomo con su madre o cualquier otra persona. Esto consolidó una dependencia extrema, tanto emocional como práctica, que es característica de procesos de captación en contextos de trata de personas.


Megan, de manera inesperada y preocupante, dejó de estudiar y trabajar, rompiendo abruptamente con sus proyectos de vida y rutina cotidiana. A partir de ese momento, comenzó a depender exclusivamente del dinero que Jonathan le enviaba, no solo para su manutención personal, sino también para el cuidado de su perrita, Venus. Esta dependencia económica se convirtió en una herramienta adicional de control, que limitaba su autonomía y profundizaba su sometimiento.


Durante este periodo, Megan realizó viajes frecuentes a Medellín (7 de septiembre de 2023) y Bogotá (20 de octubre de 2023), desplazamientos cuyo propósito nunca fue claro y que, a su regreso, coincidían con un evidente deterioro físico y emocional. Mostraba signos de fatiga, ansiedad, e inestabilidad anímica.


Cuando su madre, intentaba entablar conversación, Megan respondía con frases evasivas y repetitivas, centradas en conceptos como la “sanación interior” y el “propósito divino”. Estos discursos, aprendidos y no reflexionados, evidencian indicios de adoctrinamiento y control mental, característicos de dinámicas coercitivas donde se suplanta el pensamiento crítico por narrativas impuestas por el captador.


Finalmente, el 3 de noviembre de 2023, Megan desapareció sin dejar rastro. Abandonó su hogar llevándose consigo pocas pertenencias personales y a su perrita, y desde entonces no ha retornado, ni ha podido ser ubicada por su familia. Este acto marcó la ruptura definitiva con su entorno protector, y consolidó la situación de riesgo en la que aún permanece.

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Desde su desaparición, la única forma de contacto fue a través de Jonathan, quien parecía tener el control total sobre ella. Megan ya no hablaba libremente. En su cumpleaños, la familia tuvo que solicitarle a él que permitiera una videollamada. Durante la llamada, ella se mostraba confundida, desorientada, y respondía a todo mirándolo a él antes de hablar, como si necesitara su aprobación.


Finalmente, la comunicación fue eliminada y no se obtuvo más noticias de Megan.


Como defensora de derechos humanos, he acompañado a la madre en este caso, el cual ha sido clasificado por la Fiscalía General de la Nación como trata de personas transnacional con fines de servidumbre, en el marco del artículo 188A del Código Penal colombiano. A pesar de la gravedad de los hechos y de los indicios documentados, los avances judiciales han sido lentos y fragmentarios.


Recientemente, pude verificar de forma extraoficial que Megan permaneció en Colombia hasta noviembre de 2024, momento en el cual salió del país con destino a Estados Unidos, probablemente a la ciudad de Miami, bajo la influencia y posible manipulación de Jonathan Ángel Justo. Este desplazamiento, lejos de representar una decisión autónoma y voluntaria, debe analizarse en el contexto de control psicológico, dependencia económica, aislamiento social y posible coerción espiritual, todos ellos factores característicos de las dinámicas contemporáneas de trata de personas.


La industria del modelaje webcam a la que fue involucrada Megan, lejos de ser un entorno libre y empoderante para muchas mujeres, representa un espacio cargado de vulnerabilidades estructurales. Mujeres jóvenes, en su mayoría provenientes de contextos de pobreza, violencia o exclusión social, ingresan a estas plataformas buscando independencia económica, pero terminan expuestas a dinámicas de cosificación, control emocional y violencia simbólica. La hiperexposición sexualizada, la constante necesidad de agradar a una audiencia masculina y la dependencia del ingreso por complacer demandas explícitas generan impactos psicológicos profundos. Además, muchos de estos espacios sirven como terreno fértil para que explotadores o tratantes identifiquen, manipulen y capten víctimas bajo falsas promesas de afecto, protección o movilidad social.


Hacemos un llamado urgente a:


  • Investigar a Jonathan Ángel Justo, ciudadano extranjero en Miami, EE.UU.

  • Localizar a Megan Jireh Bergaño Caicedo y verificar su estado físico y mental.

  • Determinar si está bajo coacción o explotación.

  • Garantizar su protección y retorno seguro a Colombia.


¿Cómo Apoyar?


  • Comparte esta historia con #TeBuscamosMegan para visibilizar el caso.

  • Contacta a las autoridades si tienes información sobre Megan o Jonathan.

EEUU Línea directa gratuita: 1-855-48-VOICE (1-855-488-6423) En Colombia: 01800 52 2020 - Línea de atención al delito de trata de personas Línea 155: Apoyo a mujeres víctimas de violencia

Unámonos para traer a Megan de vuelta a casa.


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