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Cuando las sobrevivientes caminan juntas, nada las detiene



Bajo las banderas moradas de la campaña #NoEsHoraDeCallar, se encuentran siempre dos mujeres que han hecho de su historia un acto de lucha: Claudia Quintero y Yolanda Perea. Ambas mujeres son ejemplo de cómo las sobrevivientes se acompañan, se miran de frente y se dicen: aquí estoy para ti.


En Colombia, hay mujeres cuya sola presencia conmueve estructuras. Mujeres que, aún después del dolor más profundo, se levantan con una voz clara, con pasos firmes y con el corazón dispuesto a transformar todo lo que tocan. Una de esas mujeres es Yolanda Perea.


Yolanda Perea es una lideresa reconocida a nivel nacional e internacional. Sobreviviente del conflicto armado, activista por los derechos de las mujeres afrocolombianas y referente de resistencia contra la violencia sexual. Ha caminado años denunciando la impunidad, exigiendo justicia, y creando espacios donde otras mujeres puedan alzar la voz. Su historia está entretejida con dolor, pero también con una convicción férrea: que el silencio nunca más sea la única opción.


Claudia y Yolanda, aunque con trayectorias distintas, han hallado un punto de encuentro en la palabra, en la acción y en el abrazo. En el dolor compartido y en la fuerza colectiva. La campaña No es Hora de Callar, impulsada por la periodista Jineth Bedoya, las ha unido también en la exigencia de verdad, reparación y garantías de no repetición para las mujeres víctimas de violencia sexual.




Yola, como la llaman con cariño quienes la conocen, ha hecho del dolor una herramienta de cambio. Ha denunciado sin miedo, ha exigido justicia para ella y para muchas otras, y ha construido puentes para que las sobrevivientes no caminen solas. Su liderazgo, arraigado en su experiencia como mujer afrocolombiana y víctima directa, nos recuerda que la justicia se conquista también desde lo íntimo, lo comunitario y lo colectivo.


Desde Empodérame, reconocemos y admiramos profundamente su labor. Yolanda representa lo que tantas mujeres en este país han aprendido: que sobrevivir no es el final del camino, sino el inicio de una lucha por la vida digna, por la memoria, y por la no repetición.

Hoy, más que nunca, valoramos la presencia de Yolanda en esta lucha común. Nos recuerda que no basta con sobrevivir: hay que organizarse, hay que sanar, hay que alzar la voz. Y en esa voz, firme y amorosa, muchas encontramos fuerza para continuar.


Gracias, Yola, por encender la luz. Gracias por caminar con otras. Gracias por recordarnos que aún con las heridas, también florecemos.


 
 
 

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